Oscuridad.
En algún extraño lugar entre la vida y la muerte debe estar escondida mi alma. Sola, vacía y desesperada por volver a unirse a mi.
Al principio las lágrimas quemaban mis mejillas a su paso. Pasé más tiempo del que puedo recordar llorando desesperadamente. Grité sin voz, maldije sin palabras, arañé sin uñas... Estaba solo hundido en un pozo de infinita maldad, el terror que sentía superaba cualquier emoción que hubiese podido experimentar antes. Y la única esperanza que sentía es que, aquella guerra que me atormentaría siempre, no hubiese sido en vano.
Recuerdo aquellos tiempos en los que fui feliz. En los que brillaban mis ojos de expectación al conocer mi nueva tarea. Cuidar de esas frágiles criaturas, inocentes seres llenos de vida, tan perfectos en su imperfección que quitaban en aliento.
Encomendé mi vida a ellos, a cuidarlos y verlos crecer, sus logros serían mi orgullo y sus fallos mi frustración. El cariño que sentía por ellos superaba a cualquier amor que hubiese podido sentir, me sentía en la obligación de cuidarlos, como si fuesen realmente mis hijos y los tuviese que proteger.
Los humanos.
Pero descubrí que mi misión no era cuidarlos, sino vigilarlos. Y eso me llenó de profunda tristeza, eso me alejaría de ellos y solo sería una sombra que está al acecho sin poder intervenir. Me convertiría en un espectro pasivo viendo como el mal les acechaba. Me negué, pero los designios de Dios eran indiscutibles.
Entonces con regocijo descubrí que había más ángeles con mis mismas dudas, con mi misma tristeza y mis miedos. Y creí morir de felicidad. Pero sus planes me parecieron descabellados, si, es cierto que lo único que se podía hacer era rebelarse contra nuestro amado Dios, realmente pensaba que se estaba equivocando, pero ¿Él? Él no podía equivocarse. Aun así, movido por un amor inmortal y totalmente pasional decidí unirme a las filas de Lucifer.
Y la batalla fue mi fin.
Jamás había visto violencia en toda mi existencia, no sabía a qué podía enfrentarme si me unía a las filas de guerreros. Cuando la lucha comenzó y el sufrimiento, el dolor, de los que antes habían sido mis hermanos llego hasta mi corazón a través de mis ojos y mis oídos me quedé paralizado. Mi espada acababa de atravesar el vientre de quien había sido mi compañero, mi hermano, mi amigo. Calló a mis pies con una mirada de desconcierto en los fríos ojos, ya sin vida. La espada resbaló de mis manos y en ese momento, una espiral de tinieblas, luces y colores me rodeó. Llegaron los arcángeles y nos expulsaron de nuestro hogar, de nuestras vidas, de nuestros sueños.
La imagen de Iah - Hel muriendo a mis pies pronunciando con su último aliento mi nombre; Nanael, es el recuerdo más vivido que tengo y durante estos años, siglos, eones, el que me ha atormentado hasta caer de nuevo en la inconsciencia.
Pero mi verdadero pesar, la verdadera causa de mi sufrimiento es saber que fuimos nosotros, sus guardianes, los que enseñamos a nuestros amados humanos qué era la violencia, qué era la maldad. Nosotros, al revelarnos para protegerlos y cuidarlos, al revelarnos para que nos dejasen amarlos, les enseñamos la lección que parece ser ahora mejor conocen, conseguir las cosas con la violencia.
En este retiro de sombras, cada vez que cierro los ojos, se me obliga a ver a humanos contra humanos, poniendo en práctica la única lección que no debimos enseñarles. Y atado con cadenas invisibles en una cárcel de papel, estoy obligado a ser espectador pasivo de tanta masacre, de tanta maldad. Cada muerte, cada injusticia humana pasa por mis retinas y se queda grabada a fuego. Millones de imágenes por segundo cada vez que bajo mis párpados. La crueldad aparece ante mi sin poder hacer nada. Luché y luché por cambiar eso, tiré de mis invisibles cadenas pero no conseguía moverme. Intenté no cerrar más los ojos pero me era imposible, otra vez estaba ahí la pesadilla.
El reflejo de la injusticia que yo cometí reflejado en los seres que más amo.
Y mi única esperanza es que lo que se me ha mostrado a través de esas imágenes, sea solo una parte de la complejidad de su mente, solo espero que para ellos siga existiendo la bondad.
La buscaré incansable, daré a los humanos lo que les robé hace tanto tiempo..... La INOCENCIA.