Mis manos están rojas, la boca me sabe a sangre, todo está
teñido de carmesí y yo solo recuerdo el dolor que provoca el darte cuenta de la
verdad, la Rabia acumulándose en algún lugar de mis entrañas, todos mis huesos
recolocándose y alargándose, mis dientes afilándose, mis manos convertidas en
garras, esas garras que ahora son las manos de una niñata de dieciséis años de
un barrio bajo de Nueva York.
Hay demasiada luz, gritos a mi alrededor, las cuidadoras
gritan desesperadas, la asistente social me ha traido una manta. Pero yo ya no
siento frío, solo siento una rabia que ha nacido en mi, que no me explico, y
que hace que todo sea diferente a mis ojos. Veo cosas que jamás pensé que
estuviesen ahí, ahora se la verdad. Hay algo más, y yo tengo la oportunidad de
descubrirlo y sentirlo en mi interior.
He vivido ciega. Pero por fin se ha caído la venda de mis
ojos.
Aparece una mujer. Es diferente, huele diferente. No huele a
miedo por la masacre, su cara no refleja repugnancia, sus ojos tienen un brillo
divertido y retador. Sonríe imperceptiblemente al mirar al cadáver que tengo a
mis pies y después me mira y su mirada es completamente diferente de todo lo
que yo he visto hasta entonces. Me recuerda a esas ancianas que me cuidaban de
pequeña, a la sabiduría de su interior, al instinto salvaje que salía por cada
poro de su piel.
-Vamos pequeña, tenemos que salir de aquí.
Coge mi mano y me saca de la habitación. El resto de
personas allí congregadas no se atreven a pronunciar palabra. Un joven,
ayudante del conserje llama a la policía. Van a detenerme. Soy una asesina y
van a llevarme a la cárcel.
-No te preocupes por el cadáver, después de todo, una niña
de dieciséis años, no demasiado corpulenta, no ha podido causar esos destrozos
en un cuerpo humano por si misma. – Dicho esto, la joven desconocida empieza a
reír. Una carcajada pura y limpia. Sincera.
-Pero, yo… Yo le he matado. – Digo con un hilo de voz casi
imperceptible.
-Y ¿Quién sabe eso, a parte de ti? Seguro que ese cerdo se
lo merecía.
Suenan sirenas, viene la policía. Todo es muy confuso. Los
agentes preguntándome, viene un médico a examinarme. Me toca. Inspecciona cada
parte de mi cuerpo. Pero no es a mi a quien deben mirar, hoy no. Es a la
pequeña Hanna. Solo espero que ella esté bien.
Ya no estoy en el orfanato. La joven desconocida me ha
sacado de allí. ¿Qué hace? No se ni su nombre, no quiero ir con ella. Pero me
hace sentir segura. Es como si supiese todo de mi.
-Ni si quiera me has dicho tu nombre.- Le digo de pronto, en
un intento de sonar fría, fuerte y dura.
-Mi nombre no es importante. Aprenderás cosas mucho más
importantes a partir de ahora.
-Puede ser, pero de alguna forma tendré que llamarte para
preguntarte.
-La cachorrito nos ha salido curiosa. Está bien, que tu
curiosidad sea satisfecha, me llamo Mari Cabrah
(Si quieres saber más, lee el capítulo 1!!)
(Si quieres saber más, lee el capítulo 1!!)
*-* Guao. Me enganché, hale >.<
ResponderEliminarTe seguiré espiando por aquí :D